miércoles, 10 de febrero de 2010

El cementerio.



El cementerio está oscuro. Demasiado tenebroso para ser real, demasiado frío para ser una pesadilla…
Intentó alejarme pero unas cadenas me tienen prisionera. Me retienen por las muñecas, no me quieren soltar. Tiro de ellas y las heridas vuelven a sangrar. Resignada, sigo mirando a mí alrededor e intento no mirar la lápida a la que estoy prisionera. Escuchó los susurros del silencio, mi piel se eriza con la brisa gélida y yo intento no llorar. Intento salir de esta soledad, de esta horrible soledad. Me duele el corazón, parece que va a sangrar y no quiero gritar y mi mente se apaga poco a poco, se deja llevar… lejos de allí, queriendo dejar mi cuerpo.
Suspiro un aire gélido que se eleva hasta el cielo y me siento en esa lápida a la que estoy atada. Me agarro las rodillas e intento pensar en como he llegado hasta aquí, en qué he hecho para merecer esto pero mis esfuerzos son en vano, no recuerdo nada.
Hecho a llorar y tiro más de mis cadenas, desesperada, intentando liberarme, intentando salir de allí pero no puedo, no puedo.
Gimo, gimo de desesperación, de dolor, de angustia, de sufrimiento, de terror. No sé que va a pasar. No sé que me va a ocurrir. Intento no escuchar más los susurros y grito violando el silencio. Grito esperando a que alguien me ayude. Me detengo y miro al árbol que está detrás de mi lápida. Hay un lobo allí, mirándome fijamente. No le tengo miedo, me tranquiliza unos segundos y luego pega la vuelta y se va.
Vuelvo a estar sola, vuelve la soledad… no quiero seguir aquí… no quiero más. Tengo miedo, tengo frío, me duele el corazón… No quiero estar muerta… no quiero estar viva…
Porque… ¿qué es la muerte?
Miro la lápida. Allí está mi nombre escrito, mi fecha de nacimiento pero está vacía la fecha de defunción. Sólo hay una frase escrita en la piedra que se lee:
``Tal vez la oscuridad sea el camino para encontrar la luz.´´
Es una frase extraña pero me hace pensar. Vuelvo a sentarme en la lápida y noto como mis cabellos vuelan al viento, como poco a poco, está pasando el tiempo y yo no hago nada, es como si me estuviera muriendo… es como… estar muerta. Aquí, en esta tumba que no me deja salir. En esta celda que me tiene prisionera por algo que no entiendo… los susurros vuelven a inundar mis oídos pero ahora no los callo, los dejo volar libremente, esperando que así me dejen en paz, pasar de ellos.

Entonces los comprendo. Frunzo el ceño mientras sus voces llenan mi mente y me intentan decir…
Escucha…
Escucha la lluvia caer.
No comprendo… no está lloviendo. El cielo está oscuro, el ambiente frío pero no llueve. No cae agua…
Escucha la lluvia.
Afino el oído pero sigo sin escuchar nada, sigo sin comprender que es lo que quieren…
Una gota cae en la punta de mi nariz, a los dos segundos comienza a llover con fuerza en todo el cementerio. Miro al cielo y veo que una nube negra deja pasar unos rayos de luz… la luz de la luna…
Me levanto de la lápida y disfruto de la lluvia, una lluvia caliente que me calma el corazón y las heridas de mi alma.
Río mientras los rayos de la luna se fijan en mi cara y noto como si estuviera amaneciendo…
Escucho risas de alegría y abro los ojos para ver quien se ríe. Veo lo que antes no veía: hay más gente atada a otras lápidas en este extraño cementerio que ahora se divierte con la lluvia.
Las cadenas caen con un fuerte ruido y me veo liberada. Me sorprendo y observo mis muñecas libres pero con las heridas, para que no me olvide de que un día estuve encadenada…
Me doy la vuelta y veo a aquel lobo, en el mismo sitio. Le sonrío y sus ojos parecen alegres. Veo la cancilla, una cancilla que antes no veía y un camino de piedras que me lleva a ella.
Corro por el camino, ignorando a la gente que se lo pasa bien con la lluvia y llego a la cancilla. Antes empujar la puerta, miro atrás y veo que la gente se lo pasa bien, que está feliz en aquel cementerio antaño oscuro, antaño horrible. Salgo de ese cementerio y veo a miles de personas al otro lado. El otro lado es más claro, con más gente pero algunas hacen mal, otras hacen bien… es mi mundo, tengo que ir allí. El cementerio nunca existió, sólo estuvo en mi cabeza para salir un momento de la realidad, aunque sé que volveré a él, cuando me muera volveré. No le tengo miedo. Estoy bien.

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