martes, 22 de diciembre de 2009

Capítulo 2, la selección.


Todo el viaje en tren, lo pasaron bromeando y contando chistes malos. Poco hablaron de sus familias y tampoco hablaron de un tema en concreto mucho tiempo.
El cielo se volvía más oscuro a medida que se acercaban al castillo y comenzaba a caer gotitas en el cristal.
A menos de 20 minutos del final del trayecto, decidieron ponerse las túnicas.
James estaba un poco preocupado por la selección pero intentaba que no se le notara. Su madre había estado en Ravenclaw, una casa buena pero James no soportaría ir a otra que no fuese Gryffindor, donde habitaban (para su ver) los mejores alumnos de Hogwarts. Él se creía valiente, aunque nunca hubiese estado en una situación muy peligrosa. A decir verdad… nunca había sentido miedo, ¿eso le hacía valiente?
El tren se paró y los 4 chicos bajaron de él. Se juntaron con todos los alumnos que habían salido del tren. Todos parecían tener claro a donde tenían que ir y George les iba a seguir cuando James le cogió de la túnica y señaló hacia delante. James señalaba a un hombre enorme, con la cara tapada de pelo y barba enmarañados. Portaba una luz y gritaba algo que James no entendió pero fue hacia él. Sabía que tenía que ir por un lago, se lo había dicho su padre cuando él se lo preguntó.
Los alumnos de primer curso estaban haciendo un corrillo alrededor del gigantesco personaje. James vio como la niña pelirroja del tren hablaba con ese tipo que quería ser de Slytherin. Sonrió para sus adentros. Estaba claro que un niño tan desagradable e imbécil como él tendría que ir de cabeza a Slytherin, como todos los perdedores.
-Bien, ya estáis todos los de primero, seguidme.
James siguió al gigante observando a los demás alumnos.
-¿A dónde nos llevan? –preguntó detrás de él, Geoge.
-Ha hacer la prueba. –contestó James. –Ha sido un placer conocerte. Tal vez nos veamos en el colegio, si la superas.
-¿Tienes tan claro que la vayas a superar? –preguntó Sirius sonriendo. –Me han dicho que hay hasta hombres lobo.
-¡Estáis de coña!, ¿no? –dio un gritito George.
-¿Hombres lobo? Yo a esos me los pateo. –se rió James.
-Antes de que puedas ni siquiera mirarlos, ya te han mordido. –soltó Sirius. –Pero estaría bien verte luchar con ellos. Me reiría mucho.
James le dedicó una sonrisa a Sirius y dijo:
-Mi elegancia solo es superada por mi precisión, valor y astucia.
-Pero no por tu modestia.
George se rió justo antes de que un oooohhh general le interrumpiera. Allá, en la punta de una alta montaña, al otro lado de un lago, con sus ventanas brillando bajo el cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y torrecillas. El gigante ordenó que subiesen a los botes, máximos 4 niños.
James, Sirius, George y Peter se sentaron en el mismo. Mientras el bote avanzaba por las negras aguas, se escuchaba como Peter castañeaba los dientes.
-Peter, para ya o te tiro al agua. Me pones enfermo. –dijo Sirius.
-Pues tírate al agua tú. –dijo James. –Si llegas antes a la orilla nadando, te doy mil galeones.
-Mejor hazlo tú. Esto comparado con luchar contra licántropos enfurecidos debe de ser un juego de niños.
James iba a cuando tuvo que agachar la cabeza como ordenó con un grito el gigante. Los botecitos los llevaron a través de una cortina de hiedra, que escondía una ancha abertura en la parte delantera del peñasco. Fueron por un túnel oscuro que parecía conducirlos justo por debajo del castillo, hasta que llegaron a una especie de muelle subterráneo, donde treparon por entre las rocas y los guijarros.
Luego subieron por un pasadizo en la roca, detrás de la lámpara del gigante, saliendo finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo.
Subieron por unos escalones de piedra y se reunieron ante la gran puerta de roble.
-¿Estás todos? –gritó el gigante.
Nadie contestó pero el gigante levantó un gigantesco puño y llamó tres veces a la puerta del castillo.
La puerta se abrió de inmediato. Una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba allí. Tenía un rostro muy severo.
-Los de primero, profesora McGonagall. –dijo el gigante.
-Muchas gracias, Hagrid.
Abrió bien la puerta. El vestíbulo de entrada era enorme. Las paredes de piedra estaban iluminadas con resplandecientes antorchas, el techo era tan alto que no se veía y una magnífica escalera de mármol, frente a ellos, conducía a los pisos superiores.
Siguieron a la profesora MacGonagall a través de un camino señalado en el suelo de piedra. Los alumnos escucharon ruido de cientos de voces, que salían de un portal situado a la derecha, pero la profesora McGonagall llevó a los de primer año a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo. Se reunieron allí, más cerca unos de otros de lo que estaban acostumbrados, mirando con nerviosismo a su alrededor.
-Bienvenidos a Hogwarts. –dijo la profesora McGonagall. –El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupéis vuestros lugares en el Gran Comedor debéis ser seleccionados para vuestras casas. La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estéis aquí, vuestras casas serán como vuestra familia en Hogwarts. Tendréis clases con el resto de la casa que os toque, dormiréis en los dormitorios de vuestras casas y pasaréis el tiempo libre en la sala común de la casa.
>>Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. –James miró al chico que quería entrar en Slytherin y le mostró una sonrisa torcida llena de maldad. –Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos. Mientras estéis en Hogwarts, vuestros triunfos conseguirán que las casas ganen puntos, mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran honor. Espero que vosotros seréis un orgullo para la casa que os toque.
>>La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio. Os sugiero que, mientras esperáis, os arregléis lo mejor posible. Volveré cuando lo tengamos todo listo para la ceremonia. Por favor, esperad tranquilos.
La profesora salió de la habitación y James soltó una carcajada. Algunos alumnos se volvieron para mirarle. Uno de ellos fue un muchacho de ojos castaños y asustados y cabello marrón.
-¿Ahora es cuando te vas a enfrentar a los hombres lobo? –preguntó Sirius.
-Más o menos. Aunque sería mejor quitarle la cara de amargada que tiene la profesora.
-¡Shhh! No digas eso. –dijo nervioso George.
-¿Por qué no? –preguntó divertido James. –La pobre debe de pasarlo mal… no creo que vaya mucho al baño.
En ese momento, la profesora apareció.
-En marcha, La Ceremonia de Selección va a dar comienzo. Ahora haced una hilera y seguidme.
James se puso detrás de Sirius. Salieron de la habitación, volvieron a cruzar el vestíbulo, pasaron por unas puertas dobles y entraron en el Gran Comedor.
Estaba iluminado por miles y miles de velas que flotaban en el aire sobre cuatro grandes mesas, donde los estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había cubiertos, platos y copas de oro. En una tarima, en la cabecera del gran comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban los profesores. La profesora McGonagall condujo allí a los alumnos de primer año y los hizo detener y formar una hilera delante de los otros alumnos, con los profesores a sus espaldas.
La profesora puso en silencio un taburete de cuatro patas frente a los de primer año. Encima del taburete puso un sombrero puntiagudo de mago. El sombrero estaba remendado, raído y muy sucio.
James no se sintió muy seguro al ver el sombrero y flaqueó un poco. Cuando el sombrero comenzó a cantar (como le había dicho su padre), James no se sorprendió en absoluto. Sabía que ahora venía una canción larga que hablaba de las casas y lo demás. James miró a su alrededor y vio que todos los rostros estaban asustados y confusos. El único que no vio asustado fue el de una niña muy guapa, con el pelo castaño, ojos grandes y marrones y labios gruesos.
Cuando el sombrero acabó de cantar, Sirius susurró en el oído de James:
-Allí está tu hombre lobo.
James sonrió.
-Cuando yo os llame, deberéis poneros el sombrero y sentaros en el taburete para que os seleccione. –dijo la profesora McGonagall con un enorme pergamino en las manos. -¡Alden!
Una niña de cabellos rubios fue asustada hacia el tamburete. Al poco, el sombrero gritó Ravenclaw. Fueron dos alumnos más antes de que la profesora gritase:
-Black. Sirius.
Sirius se despidió de James con una sonrisa rebelde y subió a ver su sentencia. Se sentó en el taburete y le colocaron el sombrero. James deseó con todas sus fuerzas que ese chico fuese a Gryffindor. Desde el comienzo le había caído muy bien y quería que siguiesen siendo amigos.
-¡Gryffindor! –gritó el sombrero.
James se rió a carcajadas y cuando Sirius pasó por su lado a propósito dijo:
-Te van a matar en casa.
Sirius soltó una carcajada sin ni siquiera pararse y se sentó en la mesa de Gryffindor que aplaudían.
-¡Deimon Matt!
El niño que estuvo en el tren con ellos subió nervioso y se sentó en el taburete justo en el borde. El sombrero no se lo pensó mucho y gritó al instante Hufflepuff.
Luego, McGonagall soltó un nombre que a James no le interesó especialmente hasta que vio a la pelirroja (se llamaba Lily Evans) sentarse en el taburete. Allí, James pudo fijarse que la niña era bastante guapa.
-¡GRYFFINDOR!
Lily salió corriendo y James vio como intercambiaba una mirada con el niño de cabello graso.
-Fonda, Keira. –dijo la profesora.
La niña que no tenía la cara de susto se sentó en el taburete. Al poco, el sombrero la seleccionó para Gryffindor.
Cada vez quedaban menos alumnos y James notó como se iba poniendo nervioso. Los niños iban asustados al taburete pero él quería ir sin miedo, seguro de si mismo como lo había hecho Sirius.
-Hale, Juliet.
Una niña morena, bajita y con cara asustada se sentó en el sombrero. La niña fue enviada a Gryffindor para sorpresa de James.
Siguieron pasando niños.
-Lupin, John Remus.
Un chico de cabello castaño, ojos marrones y rostro pálido se acercó con cuidado al taburete. James vio como cerraba los ojos mientras la profesora le colocaba el sombrero.
-¡Gryffindor!
La casa vitoreó.
Faltaban muy pocos alumnos cuando la profesora gritó un nombre:
-Pettridew, Peter.
El niño gordito subió muy despacio y al ponerse en el taburete casi se cae. El sombrero estuvo varios segundos antes de que por fin le pusieran a Gryffindor. James se extrañó: no había tenido un comportamiento valeroso en el tren.
-Potter, James.
El corazón le dio un sobresalto pero intentó controlar la expresión de la cara y fue con una media sonrisa hacia el juicio final. Se sentó en el taburete y antes de que el sombrero cayese de todo en su cabeza, ya había gritado Gryffindor.
-¡BIEN! –gritó.
La casa de los leones, al escuchar eso, gritó con más júbilo. James salió corriendo y tirando besos a su público. Cuando llegó a la mesa de Gryffindor, se puso al lado de Sirius. Lo malo había terminado, ahora estaba en su casa.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

James Potter (por Antonella Rossi)


El andén nueve y tres cuartos estaba totalmente lleno de gente. La locomotora roja estaba preparada para la partida que tendría lugar en pocos minutos. Muchos niños estaban ansiosos de dejar a sus padres y sumergirse en algo nuevo para ellos: el colegio. Pero, claro está, no era un colegio normal.
Una mujer bajita, con un vestido verde lima y gafas que hacían juego observaba como su marido y su único hijo subían el baúl al tren. La mujer aparentaba tener más de 55 años y aunque no tenía una sola cana en el pelo, las arrugas estaban apareciendo en su rostro y por mucha crema que se pusiera, eso era inevitable.
Al fin, su marido (un hombre con escaso pelo en la cabeza, ojos cansados pero contentos en esos momentos) y su hijo bajaron del tren.
El niño se aproximó a su madre mirando con curiosidad a su alrededor. La madre intentó alisar con un peine que sacó de su chaqueta, el alborotado pelo negro de su hijo pero ese intento fue en vano ya que este no podía peinarse ni con veinte litros de gomina.
-James, pórtate bien.
-Mamá... ¿cuándo me he portado yo mal? -preguntó con una sonrisa pícara.
La madre sonrió pero no dijo nada al respecto.
-Ya sabes lo que tienes que hacer. -habló el padre del niño llamado James. -Pórtate bien, estudia mucho y pásalo en grande.
-No te quepa la menor duda. -soltó James.
La madre le dio dos besos en cada mejilla y le abrazó con fuerza. Cuando le liberó, James y su padre se dieron un abrazo breve y el chico corrió a una de las puertas del tren. Sacó medio cuerpo por la puerta y dijo a sus padres:
-Adiós casa de Grodric's Hollow, ya no podré torturarte más.
Después de decir eso, corrió al compartimiento donde había dejado su baúl. En él había ya dos personas sentadas y James las miró con curiosidad. Uno de los chicos era moreno, más alto que él, tenía los ojos grises, la nariz recta y bonita y era bastante atractivo, la otra tenía el pelo rubio, los ojos castaños y era un niño del montón.
-Hola. -saludó James.
Los dos niños le devolvieron el saludo seco. James se sentó al lado del chico moreno, al lado de la puerta.
-Vais a ir a primero, ¿no? -preguntó James.
-Sí. -respondió el de ojos grises.
-Pues me presento: me llamo James Potter.
-Sirius Black. -dijo el chico de ojos grises.
-George Waston. -dijo el rubio con un hilo de voz.
George parecía a punto de desmayarse, estaba pálido como el papel y sus ojos mostraban su miedo.
-¿Te encuentras bien? -preguntó James sin ocultar una sonrisa de mofa.
George iba a contestar cuando entró en el compartimiento un chico de cabello castaño y ojos marrones. El niño aparentaba la edad de James y llevaba un baúl demasiado pesado para él.
-¿Se puede? -preguntó.
-Sólo si contestas a una pregunta. -bromeó James, fingiendo seriedad. -¿Por qué los unicornios no pueden jugar al quiddich?
Sirius soltó una carcajada y miró al chico de cabello castaño que parecía asustado y confundido.
-¿Porque el cuerno pesa mucho? -respondió.
-¡No! ¿Cómo es posible que nadie sepa esa simple pregunta?
-¿Y cuál se supone que es la respuesta correcta? -preguntó Sirius divertido.
James se dio la vuelta para mirar a su compañero y como si fuese lo más evidente del mundo (y lo era) dijo:
-Porque está en el reglamento. Soy criaturas mágicas, no pueden jugar.
El chico de pelo castaño se rió y James, Sirius y George le ayudaron a colocar el baúl. En ese momento, el tren se puso en marcha y salieron al pasillo a sacar las cabezas y a despedirse de sus seres queridos. James vio como su madre casi lloraba y le gritó:
-Mamá, ¿tanto te alegras de perderme de vista?
Dorea, que así se llamaba su madre, sonrió y agitó la mano enérgicamente.
Cuando el tren tomó la curva, los cuatro chicos volvieron al compartimiento donde había una chica de cabello rojo. James la miró con curiosidad pero no le preguntó nada.
-No sé que va a pasar... ¿cómo es Hogwarts? -preguntó George.
-Hogwarts es un colegio muy exigente. -dijo seriamente James, intentando aguantar la risa. -Si no sabes la lección te echan a una mazmorra llena de trols.
-Sí... -le siguió la broma Sirius. -pero tampoco te pases de listo porque también te castigan.
-El caso es castigar a la gente. Y tienen poco presupuesto por el bedel que lleva tantos años trabajando allí, que su sueldo ha aumentado más que el de Dumbledore. -se rió James.
-Sí... me habló mi hermano de él. -comentó el chico de pelo castaño.
La puerta del compartimiento se abrió y entró un niño esmirriado, con el pelo negro grasiento, la nariz grande y con la túnica ya puesta. Nadie le prestó mucha atención y siguieron con sus bromas.
-También me dijo que había una prueba. -siguió el chico. -Pero no me dijo cual.
-¡Ah! Ya sé de que hablas. -dijo James, como si acabara de recordar algo. -Sí, muchos alumnos han muerto en ella.
-Claro, se aumentó el riesgo de la prueba al ver que muchos alumnos sobrevivían. -dijo Sirius riéndose.
-Pues claro, ya he dicho que tienen poco presupuesto y cuantos menos alumnos, mejor.
La carcajada fue general y James escuchó una frase en ella... se giró para mirar al chico que estaba en la ventana y preguntó con descaro:
-¿En Slytherin? ¿Quien va a querer que le pongan en Slytherin? Si me pasara eso, creo que me largaría. -miró a Sirius. -¿Tú no?
-Toda mi familia ha estado en Slytherin. -masculló.
-¡Jo! Y yo que te tenía por buena persona...
-A lo mejor rompo la tradición. -replicó Sirius sonriendo burlón. -¿A dónde irías tú, si te dejaran elegir?
James hizo como si blandiera una espada y dijo:
-¡A Gryffindor, <>! Como mi padre.
El chico de cabello grasiento hizo un ruidito despectivo y James se volvió hacia él.
-¿Te ocurre algo?
-No, qué va. -contestó el grasiento, aunque su expresión desdeñosa lo desmentía. -Si prefieres lucir músculos antes que cerebro...
-¿A dónde te gustaría ir a ti, que no tienes ninguna de las dos cosas? -intervino Sirius.
James soltó una carcajada. Lily se enderezó, abochornada, y miró primero a James y luego a Sirius con antipatía.
-Vamos, Severus. Buscaremos otro compartimento.
-Ooooohhhhh- dijeron James y Sirius imitando el tono altivo de Lily.
Mientras el tal Severus ese pasaba, James intentó ponerle la zancadilla.
-Hasta luego, Quejicus! -dijo Sirius al mismo tiempo que la puerta del compartimento de la puerta se cerrada de golpe.
-¡ja! Ese es un buen mote, Quejicus. -comentó James.
-¿Qué es Slytherin? -preguntó el chico de pelo castaño.
-¿No sabes que es Slytherin? -se extrañó James.
-No, yo no tengo ningún familiar mago.
-Ooooh. -saltó James ilusionado. -Eres un nacido de muggles. No te preocupes, yo te enseñaré todo lo que debes saber...
Esa frase la dijo con una sonrisa torcida en el rostro que mostraba picardía. Aún así, el chico le contestó feliz.
-Matt Deimon.
James sonrió y Sirius soltó una carcajada.
-Pues que sepas que las casas son: Slytherin para los gilipollas malvados -miró a Sirius y añadió. -Sin intención de ofender. -luego volvió a mirar a Mattt. -Hufflepuff para los que no sirven para mucho y así los tienen entretenidos, Ravenclaw para los que se creen que son listos aunque es mejor ir a esta que a Hufflepuff y la mejor de todas que es Gryffindor donde van los que son la
polla con cebolla.
Matt sonrió.
-Espero ir a ella.
-¿No dicen que el sombrero seleccionador era de Godric?
Antes de que alguien pudiera contestar a la pregunta de George, la puerta del compartimento se abrió y entró un
niño gordito, con el pelo castaño, los ojos pequeños, muy bajito y con cara fea. James observó que estaba suda-
do y un poco asustado.
-¿Otro que tiene miedo de ir a Hogwarts? -preguntó en voz alta para sí.
-¿Quién eres? -preguntó Sirius al chico ese.
-Peter Petri... Pettigrew.
Parecía asustado y se alejó de la puerta de un salto. En ese momento, se escuchó unos murmullos en el pasillo y
la puerta se abrió de golpe. Entró un alumno del último curso, con el pelo rubio casi platino, los ojos azules, con
una mueca de asco en el rostro y con la insignia de prefecto en el pecho.
-Hola... chicos de primero.
-Hola, chico de curso desconocido. -soltó James con la misma voz autoritaria.
El alumno no contestó ya que vio a Peter y se le iluminó la cara.
-Aquí estás. ¿Pensabas que ibas a unir de mí?
Peter balbuceó algo que no se entendió.
-No vuelvas a correr.
El prefecto sacó la varita y apuntó al pobre niño gordito.
-¡Eh! -exclamó James. -¿Qué pasa aquí? ¿Qué te ha hecho ese... niño?
-Tropezar conmigo. -dijo sin más.
-Eso merece la pena de muerte. -comentó James.
El prefecto le miró con superioridad y repugnancia, antes de que pudiese decir algo, se escucharon unas voces en
el pasillo.
James y Sirius, que se habían levantado, se miraron y los dos mostraron cara de complicidad que se transformó
al instante en inocencia.
-Debe de ser Dumbledore. -dijo James.
-¿Dumbledore? -se extrañó el prefecto.
-Sí. -mintió James, muy seguro. -He leído en El Profeta que algunas veces va en tren, creo que cada cuatro
años o algo así...
-Sí, es verdad. -corroboró Sirius. -Pocos alumnos lo ven porque va con el maquinista pero mi primo dijo
que habló un día con él cuando había salido a dar una vuelta por el pasillo... de eso hace ya cuatro años.
El prefecto miró a ambos alumnos y luego al pasillo, con cara de asco (la única que tenía) decidió dejar el
compartimento.
James y Sirius contaron hasta 10 y luego se rieron a carcajadas.
-¿Cómo se puede ser tan gilipollas? -preguntó James.
Peter observó a los dos chicos y decidió sentarse al lado de Sirius. Antes de que pudiese hablar, ellos le hablaron
a él.
-¿Tan fuerte le empujaste para que te odie tanto?
Peter negó con la cabeza y decidió no hablar más de lo requerido en el viaje. En cambio, James y Sirius y los
otros dos se pasaron todo el camino gastando bromas y riéndose a carcajadas.















miércoles, 2 de diciembre de 2009

Bienvenida


He creado este blog porque quiero que algunas personas puedan leerme. Tal vez lo cree porque estaba aburrida de tanto estudiar matemáticas y decidí llamar a unas amigas para que juntas hiciésemos esto. Sinceramente, no sé si va a tener éxito o será la peor mierda de todas. La cosa es que intentaré hacer lo mejor posible este sitio donde pondré todos mis pensamientos, emociones y demás.

Hace mucho que me vino el título de ''Relatos de una niña tonta''. Siempre estuvo en mi cabeza y era el título que le ponía a cada papel en blanco que rellenaba con palabras que hacían frases, frases que hacían textos y textos que expresaban unas historias imaginadas por mí, la niña tonta.

Uno de mis grandes sueños es ser escritora. Bueno, creo que es el ÚNICO sueño que tengo ya que luego son una persona normal. Puede que muchas chicas quieran serlo también y estén ilusionadas por ser la próxima J.K Rowling o Stephanie Meyer. Yo me conformo con tener unos cuantos seguidores, no soy avariciosa.


El caso es que, en mi vida, he leído muchos libros y todos (me gustasen o no) me han dado algo, me han enseñado algo. Desde el amor de Romeo y Julieta hasta la frialdad del Perfume. Muchos libros me han impactado y otros me han causado bostezos pero siempre encontraba algo interesante que me llamaba (aunque sólo fuese dos segundos) la atención. Tal vez me esté enrollando demasiado y ya hace mucho que dejasteis de leer pero ahora está el meollo del asunto:

En este sitio vamos a escribir tres amigas mías. Cada una va a poner un día de la semana un capítulo o algo más (dependiendo de los exámenes) de unas ideas que tuvimos de unos libros que nos impactaron. Por ejemplo, yo escribiré un libro de James Potter, el padre de Harry. También vamos a poner algunos anuncios de libros que hayan salido y que nos parezcieran muy interesantes. Algunas veces me enrollaré con pensamientos míos o noticias que me han impactado. Sólo espero que les guste.

Ahora que me acuerdo, una escritora muy buena está terminando un libro que quiere publicar. Cuando sepamos más, os diremos el título, la autora, la editorial, el argumento y todo lo que queráis saber.

Yo me llamo Antonella Rossí.

Espero que algunas personas lean esto y les interese, al menos, que lo lean para criticarnos o decirnos que bien lo hacemos (mejor lo segundo). No creo que sea la primera ni la última chica que sueña con ser escritora y ponga su talento en una página web (ya que si publico James Potter, me mata J.K Rowling, aunque tengo varias ideas propias...) por eso quiero que las chicas que sean más o menos como yo, me pasen su página web y yo pueda ver el talento que tienen muchos de vosotros.

Besos de Una niña Tonta.